sábado, 13 de abril de 2013

Gustavo Adolfo Becquer



 Rima C. Yo soy el rayo, la dulce brisa


    Yo soy el rayo, la dulce brisa,
    Lágrima ardiente, fresca sonrisa,
    Flor peregrina, rama tronchada;
    Yo soy quien vibra, flecha acerada.

    Hay en mi esencia como en las flores
    De mil perfumes suaves vapores,
    Y su fragancia fascinadora,
    Trastorna el alma de quien adora.

    Yo mis aromas doquier prodigo
    Ya el más horrible dolor mitigo,
    Y en grato, dulce, tierno delirio,
    Cambio el más duro cruel martirio.

    ¡Ah! Yo encadeno los corazones,
    Mas son de flores los eslabones.
    Navego por los mares,
    Voy por el viento
    Alejo los pesares
    Del pensamiento.
    Yo en dicha o pena,
    Reparto a los mortales
    Con faz serena.

    Poder terrible que en mis antojos
    Brota sonrisas o brota enojos;
    Poder que abrasa un alma helada
    Si airado vibro flecha acerada.

    Doy las dulces sonrisas
    A las hermosas;
    Coloro sus mejillas
    De nieve y rosas;
    Humedezco sus labios
    Y sus miradas,
    Hago prometer dichas
    No imaginadas.

    Yo hago amable el reposo
    Grato, halagüeño,
    O alejo de los seres
    El dulce sueño,
    Todo a mi poderío
    Rinde homenaje;
    Todo a mi corona
    Da vasallaje.

    Soy el amor rey del mundo,
    Niña tirana
    Ámame, y tú la reina
    Serás mañana.

Antonio Machado



 
                  Rosa de fuego

    Tejidos sois de primavera, amantes,
    De tierra y agua y viento y sol tejidos.
    La sierra en vuestros pechos jadeantes,
    En los ojos los campos florecidos,
    Pasead vuestra mutua primavera,
    Y aún bebed sin temor la dulce leche
    Que os brinda hoy la lúbrica pantera,
    Antes que, torva, en el camino aceche.
    Caminad, cuando el eje del planeta
    Se vence hacia el solsticio del verano,
    Verde el almendro y mustia la violeta,
    Cerca la sed y el hontanar cercano,
    Hacia la tarde del amor, completa,
    Con la rosa de fuego en vuestra mano.